Peladas, goles y fútbol raíz

Desde el primer partido me volví uno más. La mayoría de los jugadores eran +30, pero igual de cracks que un pibe de 18.

Había 3 equipos de 11 y jugábamos por 2 horas, 10 minutos o 2 goles, gana queda. Se armaban unos partidazos tremendos y yo era el único argentino jugando entre los cariocas.

Después de insultarse, gritarse, pelearse y discutir hasta un lateral, cuando la fecha terminaba, nos sentábamos todos a tomar unas cervezas afuera. Todos los últimos jueves del mes se armaba un churrasco para los jugadores y las familias, ahí nomás, en pleno barrio de Gloria, entre la cancha y la Avenida Infante Dom Henrique.

Una vez, mientras trabajaba como voluntario en la recepción del hostel, me topé con 3 amigos ingleses que eran fanáticos del fútbol como yo y buscaban desesperados jugar contra brasileros.

Elian del Manchester United, Hamish del West Ham y Sam del Arsenal, todos cracks. Los invité a jugar y justo nos escuchó hablando un francés, que también pidió unirse. Fuimos los 5 y una vez en la cancha, nos encargamos de conseguir un arquero y otros 5 buenos defensores, pues todos jugábamos del medio para arriba.

Jugamos varios partidos, ganamos un par y perdimos otros, pero hubo uno que fue épico.

Empezamos perdiendo, Hamish estaba en el arco, pero decidió salir y el partido cambió al 100%. Tuvimos muchos intentos pero la pelota no quería entrar, hasta que Hamish se manda una de Maradona y empata el partido, con 2 minutos por jugarse.

Ellos sacan del medio y salimos como locos a presionar, yo robo la pelota y se la paso a Elian. Elian se saca un hombre de encima solo con el control orientado y filtra un pase a lo Riquelme para Sam, que sin pensarlo controla y dispara desde afuera del área un remate con mucha clase, esquinado y arriba, imposible para el arquero. Golazo made in England.

Ese fue el puntapié para agarrar confianza y ganar más partidos, utilizando al francés como extremo izquierdo, que era rapidísimo y jugaba descalzo, un crack.

Después de nuestra hora y media de juego, decidí emprender el camino de vuelta al hostel y en el camino, me encontré con una situación muy peculiar. Había un par de jugadores con arqueros, calentando.

Pensé que eran pibes que venían a entrenar, o que quizás los demás estaban tardando en llegar. Pero no, resulta que en esa misma cancha se iba a disputar un partido de 1×1.

Había visto videos y tenía una idea de cómo era la modalidad, pero tenerlo ahí, frente a mis ojos, en Río, era arte puro.

Presencié el calentamiento y un poco del inicio porque me tenía que ir a trabajar. Recuerdo que quedé atónito, solo esos minutos que pude ver me bastaron para decir que yo también quería formar parte de ese mundo.

Soy consciente de todas mis limitaciones, pero también confío mucho en mis aptitudes. Desde ese momento, supe que iba a encontrar el camino para poder hacerlo.

El voluntariado en el hostel llegaba a su fin junto con el fin del verano. El invierno se venía y aunque en gran parte de Brasil el invierno no se siente, sabía que en el sur podría encontrar trabajo.

Encontré otro voluntariado, esta vez en Balneario Camboriú, en Santa Catarina, donde jugué mi primer 1×1 y nació fulboporelmundo.