Buenos Aires, Fútbol en su máxima expresión
La ciudad más linda del mundo

Del pueblo a la ciudad: Diferentes maneras de jugar, la misma pasión

Buenos Aires siempre me tiró. De pibe la visitaba seguido, y con cada viaje me enamoraba un poco más. Cuando llegó el momento de mudarme, supe que me esperaba un cambio enorme: una nueva forma de vivir, de moverme y de ver el mundo. Lo que no imaginaba era todo lo que esta ciudad tenía preparado para mí.
Índice
Readaptándome a un mundo nuevo
¿Por qué Buenos Aires? La respuesta es simple: asma.
Desde pibe sufría de asma, y por mi obra social siempre me trataron en Buenos Aires. Vacuna mensual y puff para prevenir ataques, ese era el combo. Así que durante 12 años fui una vez al mes a la gran ciudad, más de 150 veces si sumamos las urgencias.
Pero la vacuna me importaba poco, lo que yo realmente quería era andar en subte y clavarme un sánguche de milanesa en Parque Centenario.
Ahí, entre tantas idas y vueltas, se fue dando mi admiración por la ciudad del tango. Mientras mas veces iba, mas lo tenia claro en mi cabeza. Cuando termine la escuela, voy a irme a vivir a la Capital. Y así fue…
Buenos Aires fue un cambio brutal. De repente, alquilar un depto, vivir solo, perder la tranquilidad y seguridad de mi pueblo. Todo era nuevo, y tuve que reinventarme para poder adaptarme.
En mi pueblo saludás absolutamente a todos, todos los días: buen día, chau, nos vemos, ¿cómo va?. Así que en mi primer viaje en bondi en la Capital, me subí y le dije al chofer:
—Hola, buen día, ¿cómo estás?
El tipo me miró… y siguió manejando.
Bienvenido a la jungla, Ismu.
Es cierto lo que dicen: en Buenos Aires si te caés, la gente te pasa por encima o directamente te pisa. Los colectiveros están limados, los taxistas ni hablar. Todo el mundo anda a mil, el kiosquero trabaja 16 horas sin pestañear y el portero del edificio sabe más de tu vida que vos mismo.
Pero entre tanto caos, hay algo de paz. O capaz es ese mismo caos el que te alimenta y hace que disfrutes más esos momentos a solas en tu departamento. Vaya uno a saber.
Yo tenía mi plan claro: estudiar, recibirme rápido, ahorrar y empezar a viajar. Jugar al fútbol ni figuraba en mi radar.
El futbol 7, mi hábitat natural
Un día apareció Meetup, una app que te permite anotarte en eventos sociales, entre ellos, partidos de fútbol organizados por terceros. Solo ponías tu nombre, pagabas y jugabas. Así fue como conocí Pikas Fútbol, un grupo dirigido por Heber con sedes en Parque Las Heras, Parque Norte y Colegiales.
Ahí probé el Fútbol 7, que es, por lejos, la modalidad que mejor se adapta a mi estilo de juego. Es el punto exacto entre la velocidad del fútbol 5 y los espacios del fútbol 11. La cancha no es tan grande como en el fútbol 9, lo que la hace perfecta para la cantidad de jugadores en el campo.
Mi estilo no es el más técnico—aunque tengo buen regate y control de balón—pero no me acerco ni de cerca al nivel de un jugador de futsal. Lo mío es otra cosa: velocidad, intensidad y presión asfixiante. Como diría el Profe: “Juego, juego, lastimo.”
Además, la pelota es número 4, mi favorita. Es la misma que uso para mis desafíos de 1vs1, así que estoy más que acostumbrado a su peso y control.
El rey de la pista
En Buenos Aires me volví un crack del F7, jugando incluso modalidades como “el rey de la pista”, donde los partidos son a 10 minutos o 2 goles y el ganador se queda en cancha. Llegué a encadenar 8 victorias al hilo, la misma marca que logré en Dubái con el fútbol 5.
Muchas veces jugaba con Carmona, un amigo que conocí en el fútbol mixto. Si yo soy intenso, él es una tormenta eléctrica. Defiende y ataca con la misma energía, pero a diferencia de mí, tiene una pisada técnica de futsal. Cuando jugábamos juntos, éramos imparables. Ahogábamos a cualquiera en cuestión de minutos.
Pikas Fútbol: Donde todo pasa
Pikas Fútbol tiene una comunidad internacional enorme, así que cada vez que vuelvo a Buenos Aires, es obligatorio jugar. Siempre me anoto 2 horas seguidas, porque 1 sola te deja con sabor a poco.
Entre tanto estudio y laburo, jugar una o dos veces por semana era mi cable a tierra. Lo que nunca imaginé era que una simple app terminaría armándome una red de contactos futboleros en todo Buenos Aires.
Fútbol mixto
Siempre supe que el fútbol no entiende de géneros, pero no tenía idea del nivel que había en estas ligas. Todo arrancó una tarde en Parque Las Heras con Pikas. Me anoté dos horas seguidas y en la primera me tocó jugar con un pibe random, Juan. Cuando terminó el partido, él estaba muerto, pero yo todavía tenía resto.
Entre jadeo y jadeo, me dijo:
—No sé cómo hiciste para correr tanto, pero la rompiste. Si querés, sumate a mi equipo de fútbol mixto.
—Sí, hay un nivel de puta madre y jugamos un torneo relámpago la semana que viene. Copate, con vos seguro salimos campeones.
Así empezó mi historia con Linces FC, pero si queres saber mas, entra en este articulo sobre mi experiencia jugando futbol mixto en el mejor equipo de Buenos Aires.
Mi primera experiencia en futsal
Gracias a Linces conocí a Martín, alias “El Profe”. Un pibe de barrio, DT de futsal en Cervantes e hincha de Racing. Hoy cambió el asado por la paella y se fue a España, donde entrena a las infantiles de un colegio en Barcelona.
Martín es, sin dudas, la persona más insoportable para jugar al fútbol.
Le decís “por favor, no discutas con el árbitro”, y al minuto ya lo ves peleando. Te recalca cada error y jamás te felicita por lo que hacés bien, porque “es lo que tenés que hacer siempre”.
Pero… ganamos muchos partidos gracias a él.
Martín me metió en el futsal de Cervantes y me enseñó que futsal y fútbol son dos deportes completamente distintos. Esos consejos me sirvieron años después cuando jugué un torneo de futsal en Hungría contra jugadores profesionales.
Llegué a disputar un puñado de partidos con el equipo y a entrenar de manera muy exigente, pero la historia llegó rápido a su fin. Mi mayor sueño estaba golpeando la puerta.
Un día me levanté y dije:
—Mi tiempo en Argentina terminó. Me voy de viaje.
Sin pensarlo dos veces, saqué mi primer pasaje en avión. Mi sueño había empezado.
Partí hacia Brasil, donde esperaba volver a jugar futbol 11 después de 4 años, pero nunca pensé encontrarme con modalidades tan sorprendentes, como la altinha o el 1vs1, donde me volví un especialista y nació este proyecto llamado fulboporelmundo.
Fútbol 11 en la ciudad de la furia
Gracias al Profe conocí a Pablito y Licha, los cerebros detrás de GF Fútbol, un club con base en Caballito que compite en fútbol 11 masculino y fútbol 5 femenino.
Hice un par de pruebas en unos amistosos por el barrio porteño de Belgrano y, sin darme cuenta, ya estaba dentro del equipo de GF Buenos Aires, que juega el torneo interno de Ferrocarril Oeste. El año pasado salieron campeones por primera vez, y la historia sigue en construcción.
Mi paso por el club tiene dos capítulos bien marcados, y ambos dejaron su huella.
En la primera etapa, después de mi paso por la tierra de jugó bonito, disputé varios torneos al mismo tiempo, lo que me ayudó a llevar mi nivel al máximo. Cada partido era una oportunidad para mejorar, para aprender, para exigirme más. Todo ese esfuerzo no fue en vano: me puso a punto para perseguir el sueño de un contrato profesional en Australia.
Después de mi experiencia en el fútbol semiprofesional australiano, volví a GF y me encontré con un equipo renovado. Viejos conocidos, muchas caras nuevas y un club en constante crecimiento. El fútbol nunca se detiene, y GF tampoco.
GF hoy forma parte de Fulboporelmundo. Juntos, ofrecemos entrenamientos personalizados y adaptados a todo tipo de necesidades para que puedas llevar tu nivel futbolístico al máximo. Consulta por nuestros planes de entrenamiento acá y ¡súmate a esta comunidad de futboleros sin fronteras!
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