Linces FC. Amor a primer partido
Fútbol mixto: Rompiendo esquemas dentro de la cancha

Un grupo de amigos que se volvió el mejor equipo de la ciudad

Cuando me invitaron a jugar un torneo de fútbol mixto, no tenía idea de que estaba por meterme en algo mucho más grande. Pensé que iba a ser un partidito más, pero lo que encontré fue un equipo con hambre de gloria, un grupo de locos y locas que jugaban con el cuchillo entre los dientes y, sobre todo, una historia que recién empezaba a escribirse. Así fue como conocí a Linces FC, un equipo que nació para ganar… pero que también supo lo que es tocar fondo.
Índice
Primer torneo primer titulo
Como les conté en mi post de Buenos Aires, Juan, uno de los fundadores del club, me tiró la invitación para jugar un torneo mixto. Yo, sin pensarlo mucho, le dije que sí y allá fui. Era un torneo relámpago de 7 horas: fase de grupos y pasaban los dos mejores. No esperaba gran cosa, pero cuando llegué, me encontré con un torneo armado con todas las letras. Y eso que, de todos los torneos que jugamos juntos, ese era uno “medio pelo”.
El nivel era alto, tanto en hombres como en mujeres. Nosotros teníamos un arquerazo: Nachito, alias “el Pulpo”, un especialista en penales que se tiraba como si tuviera resortes en los pies. Nuestra número 9, “la Tía”, no perdonaba. Si la pelota le caía cerca, sacudía sin aviso y te la mandaba a guardar.
(Spoiler alert: salió goleadora del torneo.)
En fase de grupos pasamos caminando, ganando los tres partidos. En cuartos y semis ajustamos detalles y goleamos sin problemas. Pero no todo fue color de rosas: en semis, Flor se lesionó y tuvimos que salir a buscar refuerzos. Ahí fue cuando aparecieron Pilar y Delfina. Dato importante: Delfina, con el tiempo, terminaría siendo la capitana de Linces… pero esa es otra historia.
La final: entre la gloria y un fernet
Nos jugábamos el honor, un six pack de cervezas y una botella de fernet. Así que había que salir con todo.
El rival era distinto. Las pibas jugaban bárbaro, con un toque limpio y preciso, y los pibes eran unas bestias físicamente. En un abrir y cerrar de ojos, nos clavaron dos goles. Nos fuimos al descanso 2-0 abajo y con más dudas que certezas.
Yo, como era el nuevo, no decía mucho. Pero me animé a soltar una:
—“Jugando así no podemos salir campeones.”
Juan, con su experiencia en torneos de este estilo, no se anduvo con vueltas:
—“Cambiemos la táctica.”
Acá viene lo interesante: en el fútbol mixto, las reglas cambian según el organizador. En este torneo, solo podían jugar tres hombres por equipo, y los goles de los pibes solo valían dentro del área si la arquera rival era mujer. El problema? Ellos tenían arquera mujer, lo que les permitía jugar con un hombre más en cancha.
Juan tenía razón: había que equilibrar la balanza. Sacamos al Pulpo del arco y pusimos a una de las pibas. Esto nos permitió meter a Juan a marcar a una de las bestias rivales. Locho, el presidente del club, se encargó del otro. Yo fui a comerme al más flojito y la Tía iba a tener más chances de pegarle al arco.
El resultado: ganamos 5-2 y fuimos campeones.
La Tía se despachó con un hat-trick, yo metí uno y Juan anuló a la estrella rival y hasta mojó. Locho se plantó como nunca y nuestra nueva arquera no recibió ni un solo disparo.
Asi comenzó mi historia en las paginas doradas de Linces FC. Un campeonato que, sin saberlo, presagiaba el inicio de la caida del club.
El ascenso y la caída
Después de aquella final épica, la luna de miel terminó.
Lesiones, arqueras que no rendían, jugadoras que se iban del país… Linces entró en una etapa de renovación profunda.
El presidente lo tenía claro: se necesitaba sangre nueva. Reaparecieron históricos como el Profe y Nico, un crack al que no se le podía sacar la pelota… pero que casi nunca estaba disponible.
—“No cuenten conmigo” —decía Nico cuando no podía jugar. Por lo menos era sincero.
Lo opuesto pasaba con las jugadoras que el presidente reclutaba. Dicen que las buscaba en torneos… y también en clubes nocturnos. Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que muchas decían que sí… y después no aparecían.
Ahí apareció Delfina. Con Delfi entramos juntos a Linces y éramos los que más agitábamos el avispero para meter al equipo en torneos. Ella era “vendehumo”, sí, porque armaba todo y a veces ni iba. Pero sus jugadoras sí aparecían. Por eso, se ganó el brazalete de capitana.
Linces empezó a ganar respeto y a consolidarse como uno de los equipos mas fuertes del ámbito. Pero eso nos trajo ventajas y desventajas.
Ventajas:
• Nadie quería cruzarnos en fase de grupos ni en mata-mata.
• Cuando Linces jugaba, casi siempre llegaba a la final.
• Teníamos un envión anímico y se notaba dentro y fuera de la cancha.
Desventajas:
• Se volvió imposible conseguir amistosos.
• Nadie quería pagar una cancha sabiendo que iba a perder.
• Comenzaron las internas para ser titulares en partidos importantes.
Así, amigos, empezó el principio del fin de Linces FC.
Expansión y problemas
Empoderados y con el cuchillo entre los dientes, decidimos agrandar la familia de Linces y meter dos equipos en torneos simultáneos. La idea era sumarle estrellas al escudo en menor tiempo. Sonaba bien, pero no tardaron en llegar los quilombos.
Aparecieron caras nuevas: el Mapache, Chingo, la Colo (arquera de Argentinos Jrs), Poli (número 10 de Argentinos) y Pauli, otra bestia con un remate fuertísimo. También estaba Lucia, pero el final no fue el esperado. Lucia si ves esto, todos te extrañamos.
También llegó Katy, quien hoy en día es nuestra 10 y goleadora. Y desde Venezuela, Carmona y Andrea, quienes juntos conforman, a día de hoy, la base de Linces FC. Las chicas creen que deberíamos jugar los torneos con 2 pelotas, una para Carmona y otra para los demás. Pero en el fondo lo aman y lo respetan, saben muy bien que jugadores así es mejor tenerlos de su lado que enfrente.
Con Carmo nos hicimos inseparables dentro de la cancha. Cuando jugábamos juntos, era imposible perder, ahogábamos al rival constantemente sin dejarlo pensar.
Nuestro primer torneo juntos fue en Banfield, en la zona sur del Conurbano Bonaerense. Yo salí goleador, pero él fue el MVP. Aunque perdimos la final, nos llevamos un gran recuerdo.
Pero no todos siguieron el camino. Algunos se fueron del país, otros cambiaron de equipo y varios desaparecieron. Como quien tiene cola de paja.
Hubo guerra de egos. Muchos hablaban más con la boca que con la pelota. Y en Linces eso no va. Este club esta hecho a punta de títulos, y si no ganas por lo menos no boquies.
El presidente se hizo eco del rapero Canserbero y se basó en una de sus celebres frases: “si hoy no barres la mierda puede que mañana la pises”.
Sin tantas vueltas y ya cansado de la misma situación de siempre, tomó una drástica decisión en pleno torneo: Depurar.
Se jugó la cabeza con pesos pesados y les pidió por favor que si no iban a sumar que no vengan mas, porque al club lo hacemos entre todos.
El renacimiento del club
Como todo en la vida, nadie es irremplazable, y ya con el club limpio de malas energías, nos aliamos con el Club Cervantes de futsal. El club necesitaba dinero para pintar las instalaciones y nosotros necesitábamos volver a confiar. Ganábamos todos.
Organicé un torneo de futbol mixto donde se anotaron varios equipos y entre ellos, uno con jugadoras profesionales de River, Racing e Independiente. Sabíamos que, de llegar, la final sería contra ellas.
Fue un torneo muy reñido, lideramos la fase de grupos y los mata-mata, pero sabíamos que la posta estaba en la final, contra todo ese talento profesional.
El partido empezó muy friccionado, con las jugadoras rivales moviendo la pelota de lado a lado y cortando todo tipo de avance nuestro con faltas duras, como codos a la garganta y piñas en el estomago.
El partido se volvió cada vez mas intenso y terminó en tablas, directamente a los penales.
Yo decidí hacerme cargo del primero, el que mas pesa. Sabia que el club depositaba mucha confianza en mi y que necesitábamos ganar para volver a confiar. Anoté y le tire toda la responsabilidad al rival.
No voy a mencionarlo, todos saben que quien estaba del otro lado era un exjugador con aires de Nro 10 pero con alma de central. Pateó con todas sus fuerzas pero no fue suficiente, pegó en el palo. Era de esos a los que les encanta hablar mas con la boca que jugar con la pelota. Le gustaba recalcarte errores, sobre todo cuando perdías, como cuando perdimos por un penal que erré. Pero el destino es justo y puso a cada uno en su lugar.
Uno de los nuestros aseguró el segundo y le tiro el problema a ellos, que si erraban perdían.
Ahí se agigantó la figura del profe, que sabia que si atajaba el penal eramos campeones. Hizo un paso hacia adelante y se tiro hacia su palo derecho. ATAJÓ. Contuvo el penal de la victoria, el profe logró cortar una racha de mas de 6 finales perdidas.
Linces volvía a ser campeón. Como un ave fénix, resurgimos de las cenizas.
A partir de ahí, todo fue viento en popa. Jugamos alrededor de 10 torneos, llegamos a 9 finales y ganamos 7.
En el medio me fui a vivir a Australia y cuando volvi, coincidió con un torneo relámpago en Nuñez. Fue un torneo polémico, con varias agarradas de Carmona con los rivales por presuntas patadas desde atrás. Aunque parecía que el foco se perdia, nunca dudamos de nosotros y el partido que habia que ganar, por mas apretado que estuvo, lo ganamos 1 a 0 y mandamos a callar muchas bocas.
Otro titulo mas a la vitrina de Linces.
La historia sigue, y la escriben los que ganan.
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En tu cancha.
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